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VIAJERAS EN MENDOZA

Vista desde Villa Vicencio Nubes bajo la precordillera Hotel sin actividad - imagen de Villavicencio Morena y precordillera de colores
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Textos y mensajes : VIAJERAS EN MENDOZA (#N466)

Estábamos reencontrándonos luego del fantástico viaje por el Noroeste Argentino. Como muchas otras veces, el lugar elegido fue la confitería La Misión. Mirábamos fotos y recordábamos con profundo placer todos los detalles, cuando Mabel abrió su cartera y, sacando el suplemento de turismo de un diario, dijo: _Este es el próximo viaje. Había fotos de la región cuyana y no nos hizo falta mucho más para empezar a planificar la siguiente salida. Luego de descartar La Rioja y San Juan, optamos por el viaje a Mendoza y San Rafael que nos ofrecía Evelyn, ya que se sumaban lugares interesantes y un costo al alcance de todos los bolsillos. Ahí fue donde surgió, en varias de nosotras, la idea de sumar amigas al histórico grupo de cinco y es así como, de la escuela secundaria se sumó Lydia, de River Plate se sumaron Marta y Elba y Elsa trajo a Martita. Ya éramos nueve, conseguimos pasajes para el 3 de junio y decidimos organizar un par de encuentros para que las chicas nuevas y las otras nos pudiéramos conocer, intercambiáramos ideas sobre la forma de desarrollar los paseos y nos consultáramos sobre el gran tema femenino: qué ropa llevar. Dia 1, sábado 3 de junio de 2006: Salimos a las 19 hrs. y por lo tanto tuvimos suficiente tiempo como para hacer las valijas, dejar las casas ordenadas y partir hacia el lugar de encuentro bajo una lluvia moderada pero molesta. Cuando llegué encontré a las chicas esperando en la calle, pedí permiso y entramos en el restaurante Cantegril a tomar un cafecito y esperar el ómnibus. Fueron llegando las que faltaban y el bus apareció con su enorme presencia y algunos viajeros tempraneros que ya estaban instalados. Lydia fue la última en llegar, acompañada de su familia, hijos, nuera y nietos. También Evelyn se acercó a despedirnos y nos dio un elegante marbete verde para identificar nuestras valijas. Nos instalamos en la parte inferior, un poquito más incómoda que la superior, sobre todo por la falta de porta-equipajes, paseamos un largo rato por Buenos Aires y por último cargamos al resto de los pasajeros en la calle Pinto del barrio de Saavedra. Ocupamos los cuatro asientos dobles de la parte izquierda del bus, más un asiento en el sector derecho, en el que se ubicó Lydia. Junto a ella había un espacio vacío que utilizamos para poner algunas de nuestras cosas y, al darle forma con los abrigos, lo bautizamos Arnoldo. Nuestro coordinador era Jorge, nos repartió una colación, nos dio las habituales recomendaciones y luego de ver una película olvidable y hacer una breve parada en Pergamino, nos dormimos o por lo menos lo intentamos. Dia 2, domingo 4 de junio: Amanecimos junto al arco de Desaguadero, que indica la entrada a la provincia de Mendoza, donde desayunamos con una curiosa organización: los mozos se reparten en cafetero, lechero, tetero y medialunero. Este último nos provee de unas horribles medialunas que inmediatamente son sospechadas de antiguas. Mientras tanto el tema de conversación fueron los ronquidos de Betty, que Mabel, su compañera de asiento, solucionó con un dulce codazo. Los otros ruidos del bus fueron las inoportunas risas de los dos señores que estaban del otro lado del pasillo, a los que curé de su desubicación con una palmada sobre mi mochila. Cabe señalar que pidieron disculpas. Por fin y luego de vislumbrar en el horizonte occidental al Cordón del Plata y al Volcán Tupungato, llegamos a la ciudad de Mendoza y al Hotel Marconi, donde ocupamos las habitaciones 54, 55 y 111. Nos apuramos un poquito para buscar alguna agencia de viajes abierta, cosa que no fue sencilla, sobre todo considerando que era domingo al mediodía. Consultamos a un señor en una casa de ropa de ski, que fue muy amable y quiso hacernos un contacto, pero las chicas descubrieron una agencia abierta y hacia alli marchamos. Contratamos para nosotras solas una combi en la que iríamos al dia siguiente a la Alta Montaña. Una vez solucionado ese tema nos fuimos a almorzar a Caro Pepe, un lugar de tenedor libre que los mendocinos llaman Patio de Comidas. Anotemos aquí que el lechón, los mariscos y los panqueques de dulce de leche estaban fabulosos. Nos reunimos con el resto del grupo en el hotel y, al cruzarme con una pasajera particularmente fea, ella se quedó mirándome y me dijo que había sido mi compañera en la escuela secundaria. Le hice ver su error, se lo comenté a las chicas y las bromas arreciaron. Partimos para hacer el City Tour. La ciudad de Mendoza fue destruída por un fuerte terremoto a fines del siglo 19, por lo que no es posible encontrar edificios históricos, solamente algunos restos o ruinas de ellos. Es el caso de la Iglesia de San Francisco, de la que poco queda, pero aún eso poco pretendía tirarlo abajo uno de nuestros compañeros, con la colaboración de 30 negros (sic). Fuimos al Parque San Martín, muy concurrido por ser domingo y luego de pasear entre jardines, estatuas y fuentes, tomamos varias combis para ir al Cerro de la Gloria a ver el imponente Monumento al Ejército de Los Andes, que por cierto está muy bien cuidado.. Cena y a la camita son el colofón de un bello y cansador dia. Dia 3, lunes 5 de junio: Nos vinieron a buscar y partimos hacia la Alta Montaña. Ramón era el conductor y Norberto, muy educado y eficiente, el guía. Lydia tenía mucho interés en ir a las Termas de Cacheuta y, a instancias suyas consulté sobre la posibilidad de detenernos en la entrada para averiguar si podíamos disfrutar de esas instalaciones y el costo de ese proyecto. No pudo ser porque el camino pasaba muy lejos y, bordeando viñedos y la destilería de Luján de Cuyo, nos adentramos en la Precordillera. Paramos para ver el lago del Dique Potrerillos y luego empezamos a transitar los primeros túneles de este camino, que son 14. Norberto dijo que para ver la fauna autóctona hay que llamarla a gritos en los túneles, por lo que parecíamos alienadas gritando y pateando cada vez que cruzábamos uno de ellos. En Uspallata alquilamos botas para nieve, en Picheuta hicimos un desvío para ver el puente histórico y, antes de Puente del Inca fuimos a ver el Museo del Mundo Perdido. Luis, su guía y propietario, por la módica suma de $ 4.- nos mostró las sencillas salas sobre historia sanmartiniana, vida de los huarpes y origen geológico de los Andes, con sonido incluído. Cuando nos hizo una demostración de obtención de luz frotando dos piedras de cuarzo, en medio de la oscura precariedad de la construcción que nos albergaba, alguna de las chicas susurró en el oído de otra: _Te acordás de Cromagnon?. Lamentablemente la visita se alargó por el gran entusiasmo que Luis pone en todas sus explicaciones y algunas discusiones que generamos las dos geógrafas del grupo. Cuando salimos, luego de comprar algunas cosas en el shopping del museo, ya estaba lloviendo y a los pocos kilómetros lo que caía era nieve, por lo que los gendarmes nos indicaron podríamos llegar solamente hasta Puente del Inca. Alli almorzamos, luego de comprobar que pechuga y lechuga son dos palabras de sonido similar y diferente significado, lo que provocó no poca confusión en el mozo que nos atendía. Fue y volvió varias veces con la zanahoria rallada y terminó dándonos flan con un pequeño pote de dulce de durazno, ya que ni crema ni dulce de leche estaban disponibles. Sin embargo la hostería era tibia y agradable y allí escuchamos la explicación de nuestro guía sobre el origen del Puente del Inca , que ya no intentamos discutir. Al salir la nevada arreciaba y tuvimos que renunciar a usar el alquilado culipatín. Había que regresar antes de que la nieve se hiciera hielo. Lo devolvimos en Uspallata junto con las botas y regresamos a Mendoza. Por la noche vino Norberto con las dos fotos de grupo que nos había sacado. Aún con el pretexto del mal tiempo, se puede decir que estaban muy mal. Me crucé por segunda vez en el pasillo con la señora que me había preguntado si había sido su compañera de secundario, pero esta vez me paró y recordó que en realidad yo había sido su profesora en el turno vespertino del comercial N° 30 de la calle Valdenegro. Es evidente que mi memoria se achica a medida que mis años se agrandan, no recordaba ni su aspecto ni su nombre. Decidimos salir luego de cenar y nos fuimos al casino del Hotel Hyatt. Las que no jugamos fuimos a la confitería del primer piso, a tomar una copa y esperar a las otras chicas. A medida que fueron llegando se unían al grupo y se planteó que era el momento de que Lydia contara su aventura sudafricana y asi lo hizo. Regresamos al hotel caminando, no muy tarde pero muy contentas. Dia 4, martes 6 de junio: El grupo del bus partió a una excursión por San Juan, lo que no nos interesó compartir, la idea era tomarse el dia con calma. Luego del desayuno salimos hacia la avenida Las Heras, lugar de negocios de Regionales y Agencias de Turismo. Nos dispersamos un poco y, luego de contratar un paseo a Villavicencio, nos separamos en dos grupos. Marta no se sentía muy bien, por lo que no quería almorzar y se fue con Elba y Betty. Las seis restantes caminamos un poco más por el centro, fuimos a un mercado, quizá para no extrañar tanto las cotidianas compras en Buenos Aires, llegamos a la peatonal Sarmiento, Plaza Independencia y almorzamos en Don Giovanni, una linda parrilla. Volvimos a reunirnos en el hotel, pero Marta se quedó a descansar, por lo que a Villavicencio fuimos ocho. Nos acompañó el mismo guía y el chofer se llamaba Sergio. Tuvimos la agradable sorpresa de que Norberto se hizo eco del llamado telefónico de Lydia, reclamando por la calidad de las fotografías y nos trajo nuevas versiones con un mejor revelado, que cambiamos por las del dia anterior. Escuchamos muchas explicaciones en el trayecto hasta el hotel Villavicencio, que se encuentra abandonado en su interior, pero bien conservado en el exterior. Subimos hasta el Mirador por un camino muy sinuoso y angosto, teniendo casi siempre a la vista el techo del hotel, pero cada vez desde mayor altura. Tuvimos la suerte de ver guanacos y nos fotografiamos unas más cerca y otras más lejos del precipicio, con el viento zonda arremolinándose a nuestro alrededor. De regreso en la zona baja, recorrimos los jardines del hotel y nos dirigimos a la Hostería que está a pocos metros. Chocolate, te, enormes sandwiches, alfajores y torta Selva Negra son la “frugal” merienda de la tarde. El pequeño incidente lo protagonizó Martita, que insistía en que su te tenía mal gusto. Como no era la primera vez que se quejaba de la comida, no le creímos al principio, pero resultó que efectivamente le habían puesto sal a la azucarera que le dieron. Roberto, el encargado que nos atendía, se desvivió en disculpas y ofreciéndole otras exquisiteces, pero no aceptó nada. Marta no nos acompañó en la cena, ya que había ido a visitar a su sobrino que vive en Mendoza, razón por la cual se perdió el show, que incluyó una chacarera que bailamos Mabel y yo. Dia 5, miércoles 7 de junio: Salimos muy puntualmente con todo el equipaje con rumbo a San Rafael. Nuestro coordinador dijo que el motivo de tan fiel cumplimiento del horario era que la primera visita a realizar debía ser en una bodega, es muy probable que tuviera razón. Se trataba de la bodega Baudrón, en el departamento Maipú. Nos mostraron brevemente los principales elementos del proceso de vinificación y luego nos llevaron a degustar vinos. En primer lugar probamos un blanco Chardonnays y luego un tinto Tempranillo. Había también empanadas a $ 1.- y galletitas con dulce de pasas de uva, gratis. Creo no quedó nadie sin comprar sus respectivas botellas, lo que planteó el problema de la falta de espacio en la bodega del bus. Desde allí fuimos a ver la Virgen de la Carrodilla, frente a cuyo templo encontramos el rancho en el que venden los afamados ajos agridulces, de los que dimos buena cuenta. Nos llevaron a almorzar al shopping Palmares, en el que elegimos comer pizza, pero la lentitud provinciana se hizo sentir y Mabel y yo nos fuimos sin comer. Seguimos viaje a San Rafael, por momentos el polvo que levantaba el zonda no nos dejaba ver el paisaje, Lydia y yo aprovechamos para ir organizando la entrega de los Martín-San Rafael-Fierro. Por fin llegamos al Hotel Regine y nos asignaron las habitaciones 352, 359 y 360. El hotel es agradable, pero el cuarto que nos tocó era muy pequeño para tres personas. Rápidamente Isolina, Lydia y yo nos fuimos a la agencia Taiel a reservar las excursiones de los próximos dias. Al regresar comprobamos que la ducha de nuestro baño moja en 360° y debimos usar las toallas como blancas alfombras. El comedor fue una agradable sorpresa, grande y mejor arreglado que el de Mendoza, pero lamentablemente habían limpiado el piso con querosene y el olor, durante el primer rato, fue desagradable. El postre se servía en una mesa aparte, por lo que se hacía cola para pedirlo. Al retirarnos a dormir, le hicimos presente al conserje que nos faltaba papel higiénico en dos de los baños, por lo que, muy diligentemente fue a buscarlo, nos lo entregó y subimos elegantemente a nuestros aposentos, llevando nuestros respectivos rollos en ristre. Dia 6, jueves 8 de junio: Nuestro guía Jorge nos pasó a buscar y partimos hacia el Cañón del Atuel. La primera parada fue en el Cerro San Francisco de Asís, desde cuya elevación se ve un bonito paisaje hacia todos los puntos cardinales, sobre todo si uno se puede detener a mirarlo a pesar del intenso frío. Subimos la Cuesta de Los Terneros y tomamos unos mates. Llegamos a la Villa del Nihuil, vimos el lago, el Club de Pescadores, paseamos por el coronamiento del dique y, previo pago, nos fotografiamos con Cacho, una simpática llama de nueve meses de edad. Fuimos a comer al único lugar posible del pueblo, en el que habíamos pedido chivito. Lamentablemente hacía más frio del que hubiera resultado agradable y la calefacción no era suficiente, pero el problema mayor surgió porque el chivito creció y era chivo, con carnes un tanto duras para nuestros baqueteados dientes. De todos modos fuimos muy bien atendidas y a la salida compramos cremas de hierbas del lugar a un señor que estaba en la vereda de enfrente. Poco más adelante tuvimos una visión del cañón del rio Atuel y nos aprestamos a bajar sus trescientos metros de profundidad. Es un paisaje impactante y me llamó la atención el manifiesto el asombro de Isolina, que no es una persona fácil de sorprender. Durante el recorrido de 54 kilómetros vimos las formas y colores más variados, ejercitando la imaginación para descubrir animales o figuras humanas de los más diversos tamaños. También vimos las centrales hidroeléctricas Nihuil 1, 2 y 3, lamentablemente en manos extranjeras y, como frutilla del postre, Jorge nos hizo correr las cortinillas de la combi, cerrar los ojos y, con fondo musical, apareció el lago del embalse Valle Grande con su muy conocida formación del submarino. Descendimos al valle inferior y nos ofrecieron el paseo en catamarán, que Betty y Martita no aceptaron. Ascendimos nuevamente con la combi y, por una empinada escalera, bajamos a la embarcación, donde nos pusimos los ridículos salvavidas amarillos que deben ser obligatorios en esas circunstancias. Es un corto paseo de unos 40 minutos en el que nos acercamos al paradón del dique, para adentrarnos luego en un cañadón que se llama Cochicó. Allí detuvieron los motores de la nave y, durante unos breves minutos, escuchamos y disfrutamos intensamente el silencio. Cruzamos el coronamiento del dique y regresamos a buscar a nuestras amigas que nos esperaban pacientemente, salimos del Cañón del Atuel y, ya casi de noche, fuimos a la finca y secadero de la familia Rubio, en la que continuamos nuestras correspondientes compras. Ya en San Rafael, Lydia decidió quedarse en el centro y regresó con las fotos de su primer rollo ya reveladas. Realmente es un placer ir recordando eventos de un viaje cuando aún no ha terminado. Tal y como sospecharan algunas de las chicas, por ser jueves la cena era pasta. Elsa, Lydia, Isolina y yo salimos a hacer una breve caminata, pero estábamos lejos del centro y de la calle principal, por lo que regresamos rápidamente al hotel. Dia 7, viernes 9 de junio: Lo primero que hicimos fue ir a alquilar botas para nieve y pantalones impermeables, ya que nuestro destino era el Valle de Las Leñas. Era una mañana clara y despejada, en un principio recorrimos el mismo camino que el dia anterior pero luego nos dirigimos hacia el sur y comenzamos a ver cerros nevados hacia el oeste. Pasamos cerca de las Salinas del Diamante, que son aprovechadas comercialmente y vimos unos tanques de ozono que forman parte de un estudio de rayos cósmicos que se desarrolla en el Desierto de Utah en el hemisferio Norte y el lugar que recorremos, departamento de Malargüe, en el hemisferio Sur. Hicimos una parada técnica en la estación de servicio El Sosneado y, por supuesto, seguimos nuestras compras en el local adjunto, que lleva el merecido nombre de Jamón del Medio. Fue muy emocionante para mi recibir un regalo de Mabel, una remera con la bandera argentina. Seguimos ascendiendo y ya las tierras ligeramente nevadas nos rodeaban. Hicimos una parada pero no podíamos salir de la combi sin calzarnos antes las botas de nieve. Estábamos en la Laguna de la Niña Encantada. Cruzamos el rio Salado, que viene desde Las Leñas, por el puente de Elcha, la princesa india de la leyenda y nos encaminamos a la laguna, en la que Jorge nos contó su versión de la historia. Hacía muchísimo frio, estábamos a la sombra y teníamos que mirar con mucho cuidado donde se ponía el pie, ya que había hielo en el suelo y es muy resbaloso, tanto que Elsa se cayó, por suerte sin consecuencias. Estábamos asombradas viendo la enorme cantidad de nieve que había caído en Las Leñas, por suerte la ruta y las calles fueron despejadas por las máquinas viales. El primer lugar al que fuimos es la residencia 2 del personal, donde almorzamos con bebida libre incluída y miramos de reojo la ceremonia inaugural del Mundial y el partido de Alemania y Costa Rica. Pero el maravilloso dia que nos esperaba afuera no nos permitía perder tiempo frente al televisor. La nieve era espesa, blanca y limpia, nos pusimos los pantalones impermeables y nuestro guía consiguió que nos permitieran avanzar unos 200 metros con la combi, para luego meternos entre la nieve, enterrarnos en ella, reírnos muchísimo y volver a pie hasta nuestro vehículo. Ya era hora de emprender el regreso. El primer lugar por el que pasamos fue el Pozo de Las Animas, una dolina de la que Mabel y yo teníamos información a partir de las maravillosas clases de Mario Grondona, nuestro querido profesor a cuya memoria dedicamos ese emocionante momento. Más adelante está el Hotel Termal Los Molles, en que teníamos planeado culminar el dia con sendos baños en sus cálidas aguas, pero no pudo ser así, salvo para Lydia, ya que no nos pareció muy limpio y el feo olor de las aguas sulfurosas nos espantó definitivamente. Una breve espera con te y una botella de agua mineral inoportunamente abierta, jalonaron los minutos hasta que Lydia se nos unió para concluir la última parada. Atardecía y la luna llena se enseñoreaba del cielo, mientras las montañas se diluían en la noche. No nos detuvimos en El Sosneado y tuvimos un lindo espectáculo cuando nos acercábamos a San Rafael y desde la altura, vimos sus luces. Pero aún faltaban las últimas compras, por lo que nos detuvimos en el centro a apoderarnos de alfajores, remeras y chocolates. Llegamos al hotel con el tiempo justo para cambiarnos y bajar a cenar. Una copa de sidra fue el motivo para brindar por los hermosos dias pasados y nos aprestamos a repartir los mencionados premios Martín-San Rafael-Fierro: Dulzura a Martita, entregó Elsa; Compañerismo a Isolina, entregué yo; Seducción a Marta, entregó Mabel; Imaginación a Lydia, entregó Elba; Calidez a Betty, entregó Marta; Elegancia a Mabel, entregó Betty; Entusiasmo a Elsa, entregó Martita; Simpatía a Elba, entregó Lydia y Buena onda a mí, entregó Isolina. Nos faltaba hacer las valijas y ducharnos, y eso hicimos. Dia 8, sábado
de junio: Nos levantamos a las 6.30 hrs, cerramos nuestras valijas, avisamos que estaban listas y el coordinador Jorge subió a buscarlas. A las 7.30 desayunamos y a las 8.30 en punto salimos hacia General Alvear y Buenos Aires. Las paradas fueron Realicó, en la provincia de La Pampa y Lincoln, en Buenos Aires, donde pudimos ver el segundo tiempo del partido de Argentina frente a Costa de Marfil, ya que el primer tiempo lo habíamos escuchado, con algunas dificultades, en el bus. Ambos goles argentinos merecieron el correspondiente revoleo de la remera nacional.. No podíamos creer que llegáramos a las 23 hrs, pero dimos muchas vueltas con el vehículo por la ciudad, primero entre Parque Avellaneda y Flores y luego hacia Corrientes y Frías, lugar en el que algunas eran esperadas por sus familias. Besos, abrazos y despedida hasta el próximo destino de las viajeras que será…

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